miércoles, 8 de febrero de 2017

TSAROUCHIS EN OMONIA (y Psiri)

Ningún pintor es capaz de representar el alma de Grecia como Yannis Tsarouchis, que tiene esa capacidad propia de los genios de condensar y sublimar un mundo entero, con todos sus matices, en cada obra que hace. Ese mundo es Grecia, su Grecia. La del siglo veinte.
Cuando a ratos me entra la melancolía de grecia o simplemente tengo ganas de belleza, busco algún cuadro de Tsarouchis y me entretengo en descubrirlo, a veces incluso en copiarlo.
Ha sido así que de pronto me he tropezado con algunas de sus pinturas de edificios neoclásicos de Atenas y otros lugares de Grecia.
El propio Tsarouchis nació y se crió en una casa de ese tipo en el Pireo y alguna vez contó que en su infancia todas las casas eran de ese tipo. Mucho debió dolerle ver como el cemento y el cristal fueron acabando en la década de los 60s y los 70s con gran parte de esa Grecia modernista. Tanto como le dolería el abandono y el deterioro actual de los barrios clásicos de Atenas, llenos de derribos y casas abandonadas.
Frente a eso, merece la pena pasar un rato paseando por aquella ciudad donde aún se cantaba rebetiko en tascas escondidas y se fumaba hachís en narguile, mientras afuera pasaban generales, cantantes de ópera y artistas de cine. Nunca en domingo.
Algunos cuadros son de kafeneios cerca de Omonia. Hubo un tiempo en que ésa era la zona más cosmopolita de una ciudad de por sí llena de cafés y Tsarouchis, en unos preciosos cuadros totalmente contemporáneos, representa algnos de ellos.
Poco antes, el pintor se había reunido con Le Corbusier y a la vista de sus escritos posteriores es evidente que sentía una gran afinidad espiritual con él. Coincidían especialmente en el concepto de autor y la necesidad de crear para transmitir una idea. En esa época la mayoría de arquitectos griegos le causaban irritación y, a la vez que trabajaba en algunos bocetos teatrales y de óperas volvió la mirada hacia edificios de la ciudad.

El café Neón

El primero de ellos es el café Neón, en plena plaza. Empezó llamándose "café Bizancio Neón" en 1920, instalado en los bajos del hotel Carlton. Tras la catástrofe del Mar Menor, en pleno mandato aún de Elefterios Venizelos, se decidió dejar el nombre en Neon a secas, para evitar problemas. Lo frecuentaba Giannis Ritsos tanto como Tsarouchis. Un contrapunto bohemio a los café señoriales de la zona de sintagma.
Tsarouchis lo pintó de día y de noche:


Es fácil imaginarse de esos tiempos en torno al Neon. La plaza de Omonia era lugar de teatros y cines, rodeada de comercios.  En su época de oro, sus clientes habituales eran, junto a un buen número de obreros y artesanos de la zona, gente del mundo del arte e intelectuales: Napoleón Lapathiotis, Yannis Ritsos, Michalis Katsaros, George Yannis y el mismo Tsarouchis. 
Nuestro pintor se sentaba aquí con Manos Hadjidakis o alguna de las pocas mujeres importantes en su vida: Safo Notara,  Kotopouli y la mismísima Maria Callas.
El lugar estaba todo decorado en mármol y lo atendían nueve camareros repartidos en dos turnos. 
En los setenta, George Ioannou cuenta que por las mañanas el Neón lo frecuentaban sobre todo personas mayores aunque, entre ellos "como flores" brotaban los jóvenes. Era un lugar de bebida y juego, pero también de estudio. No faltaba algún científico sentado siempre en la misma mesa dedicado a beber café, leer periódicos extranjeros o simplemente a estudiar. Predominaba, sin embargo, la multitud y el alboroto del backgammon, las discusiones y las voces.



La clientela era variada; además de los comerciantes entraban turistas de paso atraídos por la decoración, viajeros recién llegados a las estaciones de SIP y SPAP, soldados con licencia, y marineros que querían vivir la vida de la capital. A sus puertas, como en otros cafés de la plaza, una multitud de sillas ocupadas por hombres dedicados a sus propios asuntos o interesados en el tráfico que pasaba. Cuentan que a menudo, los jóvenes decentes que llegaban a Atenas desde las ciudades de alrededor no se atrevían a entrar en un interior oscuro y bullicioso, pero sí solían sentarse afuera en sillas o quedarse al lado de pie esperando a alguien.
Hay fotos de los disturbios de 1976 en la plaza de Omonia donde los clientes del Neón observan con curiosidad las tanquetas antidisturbios de la policía que disparan gases lacrimógenos a los jóvenes.
En los noventa empieza la decadencia del Neón, con la llegada masiva primero de los traficantes de drogas y luego de inmigrantes que se establecen en la zona. Se reduce la actividad de las tiendas de la zona y el café se resintió. En 2001 pasó a manos de la cadena "Gregory", pero la tendencia de los tiempos no ayudó a los esfuerzos de los nuevos administradores y volvió a cerrar. En abril de 2009 se intentó abrir de nuevo, y fue un nuevo fracaso. Recientemente a vuelto a abrir sus puertas, completamente reformado, sin personalidad y convertido en una franquicia de una cadena de pastelerías. Un final triste contra el que protestaron algunos tomando precisamente a Tsarouchis como referente.

https://omoniadiary.wordpress.com/


El café Partenón

El segundo de los cafés que pinta Tsarouchis estaba más escondido y hoy no queda nada de él.


Estaba en la calle Patissia, cerca de donde hoy está el cruce entre la Universidad y la calle Aeolus, justo al lado del Hotel Apollo. En esta zona en la que se mezclan los barrios de Chafteia y Omonia. La primera ubicación del Partenón fue justo donde hoy está la oficina de correos. Era un precioso edificio neoclásico, tal y como lo captó Tsarouchis. En 1969 se movió al edificio de enfrente, que fue demolido en 1976.
El café Partenón era lugar de encuentro de los constructores y los contratistas de tejidos. Mucho menos intelectual y glamuroso que el Neón. A cambio fue uno de los últimos lugares de Atenas donde siguieron utilizándose narguiles o pipas de agua. La represión contra el mundo del lumpen y el rebetiko, junto con la oleada anti-turca que siguió a la catástrofe de Esmirna, fueron eliminando las narguile (en las que a menudo no era tabaco lo que se fumaba) incluso de los bares clandestinos de la capital griega. Sólo el Partenón las mantuvo, hasta bien entrados los años 60s.
Como curiosidad, señalar que justo al lado del Partenon, en la planta baja del edificio neoclásico situado en la esquina de Universidad y Aeolus estuvo la cafeteria Astoria, donde los miembros PEAN se sentaron a esperar el resultado del gran sabotaje del 20 de septiembre de 1942 y la explosión de la oficina de Espoo.


La casa de las cariátides

El tercer edificio del centro de Atenas al que me quiero referir (hay otras pinturas, pero son menos significativas) es la casa de las cariátides, en la avenida Asomaton, en la zona entre Psiri y Keramikós.
Giannis Tsarouchis la pintó en 1952. En verdad, aunque esta acuarela es la pintura más conocida, esta misma casa la usa para los carteles y el decorado de la obra "Ekklesiazouzés" poco después y en los años setenta vuelve a revisitarla en un cuadro ya sin figuras que recuerda a sus vistas de la misma época de Kalamata y otras ciudades. En todo caso, la obra famosa es esta:



Los personajes de Tsarouchis consiguen dar continuidad a la antiguedad clásica a través de la Grecia de los años cincuenta: el marinero, la mujer con bebé, la señora de negro, la niña del traje blanco,...
De camino hizo famoso al barbero Panagiotis Kritikakis, famoso porque solía entretener a la clientela con la (falsa) historia de que las cariátides representaban a las dos hijas del propietario envenenadas por su madrastra.
En realidad la casa había pertenecido al escultor John Karakatsanis de Egina, famoso por sus esculturas de los héroes revolucionarios de 1821. Él mismo esculpió las cariátides en su estudio, utilizando como modelos a su esposa y su hermana.
Un año después de que Tsarouchis pintara la casa, en 1953, pasó por Atenas  Henri Cartièr-Bresson y se le ocurrió fotografiar... la misma casa: 


Se ve que la foto le impactó al propio Tsarouchis, que años después posó él también para una foto delante de la emblemática casa, para no ser menos:


Como dije, el pintor volvió también sobre este modelo en los setenta en un cuadro racionalista sin personajes y la coló también con disimulo en el cartel de "Ecclesiazusé", la obra de Aristófanes traducida por Kostas Tachtsis.
Actualmente la casa sigue en pie. De hecho la han reconstruido y restaurado y es actualmente la sede de una asociación de estudios helénicos. Puede verse incluso en google view, en la calle Asomaton, 45 (curiosamente, la misma calle donde ahora está el museo benaki, que periódicamente exhibe trabajos del artista)

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